El monóxido de carbono es un componente del efecto invernadero, puesto que se comporta como el dióxido de carbono (CO 2) con un tiempo de residencia medio en la atmósfera de 60 años.
Las fuentes antropogenicas de CO derivan principalmente de la quema de combustibles fósiles, también de residuos sólidos, maderas, etc.
En los ambientes abiertos le corresponde al tráfico automotor ser la principal causa de emisión, en particular los vehículos nafteros.
En el gráfico 1 se aprecia la relación existente entre la concentración de CO en aire, la densidad del tráfico automotor y las horas de ocurrencia en el centro de Manhattan, EE .UU. En el gráfico 2 se expresan concentraciones de CO en aire y su correlativa concentración de equilibrio de concentración de COH b. El monóxido de carbono (CO) es un gas inodoro, incoloro e insípido algo más liviano que el aire. La atmósfera lo contiene en un cienmillonésimo de su volumen. De origen mayoritariamente natural (90%), proviene de la oxidación del metano, de la degradación de la materia orgánica, de las erupciones volcánicas, de los incendios forestales y de la emisión desde los océanos.